La mujer ha sido considerada tradicionalmente como un sector atrasado de la sociedad, refugio de la Iglesia
y
de la reacción.
Durante los cuarenta años del franquismo, España fue un ejemplo del más puro estilo de patriarcado. Durante
la Segunda República se había dado el voto a las mujeres, se les había concedido derechos y comenzaron a
incorporarse al mundo laboral. Durante la guerra, las mujeres participaron de forma muy activa en los dos
bandos, pero finalizada ésta, se las hizo volver al rol tradicional en el hogar, reivindicado como propio de las
mujeres por el Frente Nacional.Se suprimió inmediatamente toda la legislación de la República que concedía
derechos a las mujeres. El Estado decidió que se debía liberar a las trabajadoras del taller y la fábrica, y a las
profesionales de clase media se les cerraron todos los puestos de trabajo. Se suprimió la educación mixta en
las escuelas y se diseñó una formación especial para convertir a las mujeres en buenas esposas y madres. La
familia conservadora tradicional se convertía en el fundamento de la nación.
Para llevar a cabo esta tarea se creó la Sección Femenina de la Falange, encargada de educar a las mujeres en su verdadero papel. La Sección Femenina recogía este espíritu. Y, aunque el desarrollo económico de la segunda mitad de los sesenta adaptó algo la incorporación legal al mercado de trabajo, ya que muchas mujeres habían trabajado en la economía sumergida por necesidad, estos principios se mantuvieron vigentes hasta la muerte de Franco.
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